viernes, 1 de mayo de 2015

De la tragedia a la  farsa  (un boleto de ida y vuelta )

“El incremento de la deuda pública interesaba directamente a la fracción burguesa que gobernaba y legislaba a través de las Cámaras. El déficit del Estado era precisamente el verdadero objeto de sus especulaciones y la fuente principal de su enriquecimiento. Cada nuevo empréstito brindaba a la aristocracia financiera una nueva ocasión de estafar a un Estado mantenido artificialmente al borde de la bancarrota; éste no tenía más remedio que contratar con los banqueros en las condiciones más desfavorables. Y si el déficit del Estado respondía al interés directo de la fracción burguesa dominante, se explica por qué los gastos extraordinarios. Las enormes sumas que pasaban así por las manos del Estado daban, además, ocasión para contratar suministros, que eran otras tantas estafas, para sobornos, malversaciones y granujadas de todo género. La estafa en gran escala al Estado, tal como se practicaba por medio de los empréstitos, se repetía al por menor en las obras públicas. Y lo que ocurría entre la Cámara y el gobierno se reproducía hasta el infinito en las relaciones entre los múltiples organismos de la Administración y los distintos empresarios”, cualquier parecido con la realidad  es pura coincidencia.
Todo lector iniciado en la filosofía o la historia política (no es mi caso) reconocerá en estos párrafos la pluma de Karl Marx. Basta observar el drama argentino para comprobar la continuada vigencia hegeliana de que la historia se repite. Marx agregaba a esta afirmación que la primera vez la historia se presenta como tragedia y la segunda se repite como farsa. Si esta idea se fundaba en la experiencia histórica de su tiempo, el siglo y medio transcurrido desde entonces hasta hoy parece desmentir en parte su pronóstico: a menudo, la historia también se repite como agigantada tragedia. Es una pena que Marx no esté entre nosotros los argentinos, podríamos haberle aportado toda nuestra sabiduría acerca de dos géneros teatrales tan nuestros, la tragedia y la farsa.

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