Cuando ya no me quedan palabras.…
…es porque me va enmudeciendo la tristeza, todos los días en
todos los lugares, una derrota.
Todos los días haciéndome el distraído, mirando para otro
lado, diciéndome que no es para tanto, que exagero, siento que la trama de
nuestra sociedad se deshilacha como un abrigo de lana viejo, ya no hay lugar para un parche más porque no
hay de dónde agarrarlo, el hilo de la lana es tan débil que ya no podemos
emparchar, tendré que tirar el abrigo que tanto quise, que tanto quiero.
El adolescente de dieciséis mata a su novia de catorce y la
entierra en el jardín de la casa de su abuelo, los hombres pierden la cabeza y
matan a sus mujeres y hacen que la palabra femicidio sea trend topic, si al
asesinado le pegaron más de quince tiros era un narco o un sicario, si es
colombiano o mexicano no hace falta investigar más nada, nos invaden los
inmigrantes, muchos se ocupan de las drogas y pueblan las villas que no paran
de crecer, las dirigencias, todas, han transformando al país en uno de los más
corruptos del mundo, un momento violento que nos humilla como grupo humano que
somos, nos olvidamos del respeto, perdimos la noción de la alegría, el otro es
una “cosa”, no podemos dialogar, todo es agresión, descalificación, me voy
quedando sin fuerzas para los porqué, los para qué, voy quedándome sin
palabras.
El fútbol era la alegría de la gente, los domingos se reunían
las familias, almorzaban y luego iban a la cancha a ver a su equipo, hoy los monstruos que
hemos generado le tiran gas pimienta a los rivales, una forma bárbara,
enajenada, sí ya sé, son veinte, treinta y cuarenta mil miramos mudos,
absortos, el monstruo nos roba todo hasta la ya mínima sonrisa y me acuerdo de
otras gentes, muy lejanas, que saben respetar, que sus límites en un campo de
juego son una parecita de medio metro de alto y una línea blanca pintada en el
piso, nosotros no respetamos a un hombre y ellos respetan una línea blanca
pintada en el piso, pero nuestra soberbia nos ciega, nos empequeñece.
Me voy caminando, la cabeza gacha como pidiendo perdón, la
mueca amarga, cargando en los hombros la vergüenza de ser argentino…….
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