sábado, 23 de junio de 2018

El Maestro y un papanata...
(relato breve basado en un hecho real)
Siempre sentí placer en bajar de un tren que llega a alguna estación, así, disfrutando, caminaba por el hall central de Retiro yendo hacia el subte para llegar a casa, por abajo, donde los vientos fríos no llegan.
Me detuvo una enorme pantalla con una fantástica imagen, un partido de fútbol que se jugaba en Rusia se veía aquí, tan lejos, tan bien, tiempos modernos. El relator decía que Alemania enfrentaba una instancia límite que se llamaba Suecia, me entusiasmó ver a la división Panzer resolviendo la situación, a esta altura de mi vida, sólo por curiosidad. Una mesa vacía, en el bar, justo frente a la pantalla invitaba, café, medias lunas, imagen, sonido, ambiente cálido, perfecto!
La primera estadística que se vio me dejó entre el asombro y la risa, se refería a los “pases” que habían dado cada equipo, Alemania 132 Suecia 6, para el Guinness pensé, con este apabullante ataque Panzer lo interesante pasó a ser adivinar en que minuto Alemania haría su gol, pero es muy atinada aquella frase que refiere al fútbol como la dinámica de lo impensado, por algo siempre se la recuerda, porque es exacta.
Pelotazo largo al área germana, el 20 azul y amarillo, un nativo de Västervik que se llama Ola (es sueco!) la paró en velocidad con el pecho como si se llamara Edson y la tocó por arriba del enorme Manuel como si se llamara Diego, Ola hizo, yo creo, el gol de su vida, suecos y alemanes boquiabiertos ! A partir de este golazo, el papanata creció hasta lo insoportable, repetía cada quince segundos que Alemania estaba con un pie fuera del mundial, el tipo relata fútbol desde hace treinta años, vio jugar a Alemania setenta veces y su morbosa idea de verlos perder lo turbaba y desenmascaraba su envidia a los Panzer que arrasan normalmente con quien se pone delante, si sabremos del tema por estas tierras. Tanto repitió su deseo de ver perder a los germanos que una extraña sensación comenzó a recorrer mi humanidad, a mí, que me gusta ver ganar a los que casi nunca ganan no veía tan mala la idea que Alemania ganase el partido , tan sólo para que el papanata callase de una vez. La autoestima Panzer es de las más increíbles que he visto, ellos siguen y siguen hasta que el tiempo los detiene, es lo único que los detiene, obstinados, organizados como nadie y el tiempo, esta vez, los arrinconó, les dijo una más y se termina y allí fueron con la misma decisión del primer minuto, la de siempre.
El Maestro tomó la última pelota, la acomodó con mucho cuidado, llamó a su mejor discípulo (había hecho el gol del empate) y le dijo: yo la toco, vos poné la zuela y dejala quieta, yo le pego al ángulo, ganamos y nos vamos a casa. Reus (el discípulo) como un niño de diez años asintió con su cabeza, con todo su respeto y seguro que el Maestro no fallaría. El hombre de cabeza brillante sopló el pito, Toni, como lo llaman sus compañeros, dio dos pasos y ejecutó su obra maestra. La esfera más preciada comenzó a girar sobre si misma, iba rápida, decidida, describió esa media luna tan estética que produce un chanfle perfecto, el estadio enmudeció hasta que la esfera rozó englobando la red del arco vikingo, las banderas negras,rojas y amarillas se agitaron, el amarillo Sverige tornó súbitamente al gris y el papanata calló.
Reus abrazó con devoción al Maestro y le decía gracias una y otra vez, Toni giró, hizo una reverencia a la tribuna dando por finalizada la obra.
Juega para Alemania lleva el ocho en la espalda se llama Kroos le dicen Toni, vaya Maestro péguese una ducha, la mesa está servida, cerveza helada, kassler y apfelstrudel esperan por usted, después relájese, descanse, que en cinco días vuelve a escena. Chapeau Maestro !!