viernes, 17 de noviembre de 2017

El Premier australiano tenía razón…
Hace unos años ya, el periodista preguntó: “cuál es su explicación del porqué Australia, Canadá y Argentina países que a principios de siglo aparecían con pronósticos similares terminaron hoy de manera tan diferente, entendiendo que Australia logró una economía y una educación positiva dándole a su población un muy buen nivel de vida y  lejos Argentina de lograr algo parecido”, sorprendido quedé cuando el Premier respondió sólo con una palabra, dijo “honesty” (honestidad, honradez), es decir un australiano distinguido entiende que el desarrollo adecuado de un país puede frenarse, detenerse por la falta de honradez de su gente.  
Atento a todo lo vivido en estos últimos años en nuestro país y a todo lo que se está viendo hoy muy especialmente a través del periodismo de investigación y de la justicia actuante de USA y de países europeos estoy tomando dimensión de la enorme corrupción que se instaló en el gen argentino, no sólo de los gobernantes, vemos que el modo mafioso es la forma de actuar en casi todos los estamentos de nuestra sociedad, incluso exportando los métodos mafiosos a sociedades e instituciones internacionales, estamos convenciendo al mundo que el argentino es entre otras cosas, corrupto.
Aceptando el concepto del Premier, cuando escucho todo el tiempo hablar de la economía, como el tema central de nuestros problemas, como un tema inentendible, hasta para el mundo entero, algo que parece ya un mal congénito de Argentina y sin solución, creo que podemos pensar que la economía es el síntoma del mal, no es la enfermedad, nuestro pueblo está enfermo en su moral, en su educación, cuando comencemos a corregir las enormes dificultades que tenemos en entendernos como un grupo de seres que debe intentar objetivos comunes, dentro de modos aceptables, dignos de una sociedad moderna, alejado de toda mezquindad, de individualismos cínicos, egoístas, elitistas, quizás comencemos a tener una economía satisfactoria, parecerá entonces  algo casi milagroso, de difícil explicación pero sólo será la consecuencia de una modificación, de haber atacado a la enfermedad y no al síntoma.

Un país con gente honrada, honesta, avanza a pesar de sus dificultades, un país corrupto languidece más allá de todas sus riquezas.