sábado, 28 de febrero de 2015

Usuhaia  --  Tierra del Fuego  --  Argentina

Faro del fin del mundo  --  Tierra del Fuego  --  Argentina

cachorros de Uly y Layla

La casa de la esquina  --  Santos Lugares  --  Prov. Buenos Aires

Calle Blanco Encalada -- Belgrano  --  C.A.B.A.

San Martín -- Provincia Buenos Aires



Túnel de Holmberg  --  Villa Urquiza  --  C.A.B.A.
Los voraces nerkich

Subimos lentamente, uno a uno, los setenta escalones de nuestra odiada escalera, distancia entre nuestro refugio y la calle ardiente, anárquica, a la deriva. Resignados, habíamos aguardado con Teresa nuestro turno de oscuridad, como el reo espera su sentencia. Mientras yo arrastraba las bolsas de las compras, Teresa no dejaba de bufar, la llave tardaba en acomodarse adecuadamente en la cerradura, éramos de pronto ciegos sin entrenamiento alguno. Queriendo ayudar, cuando no hay porque ayudar, susurré muy cerca de la nuca de Teresa”debe estar al revés”.  A pesar de mi forzada delicadeza sabía que volvería una áspera y contundente devolución, en ese momento era la única respuesta que Teresa podía dar, por un instante quedé pensativo, cuantas veces hacía o decía algo sabiendo que las consecuencias no serían las mejores  para mí, igual lo hacía. La situación no era propicia para discurrir acerca de mis raras costumbres, así que seguí con la oscuridad, la llave y nuestro deseo de entrar a la casa, ya volvería a ese pensamiento que surgió pese a tanta dificultad.
Entrada triunfal, al tacto nos dirigimos hacia la cocina, dejamos no sin cierta desesperación las bolsas sobre la mesada, como era costumbre nuestros gatos nos recibieron con toda la presteza que merecen el pollo y el atún que contienen las bolsas, a Teresa le gusta creer que los gatos se acercan por el irrefrenable encanto que ella les genera, de tanto en tanto elige olvidar que son gatos y los vive como humanos deseosos, el destino final de los gatos la vuelve irremediablemente a la realidad. Los cajones se abrían y se cerraban, de arriba hacia abajo, del primero al último, no había velas, no quedaba una sola vela en la casa, con el cierre del último cajón, se disparó en mi mente un diálogo con Teresa acerca del porqué no había velas en la casa, esta vez recordando el episodio de la llave que no entraba, preferí no convertir el pensamiento en voces, supe ciertamente cuál sería la respuesta.  La falta de velas, llevó el humor de Teresa a su peor expresión, sus gritos traspasaban puertas y ventanas con la facilidad y la fuerza que le proporcionaba su enojo. Un sentimiento de desesperación comenzó a crecer en mí, nunca fui de los valientes, casi rogándole le pedí  a Teresa que no gritase, que la escucharían y vendrían, los nerkich voraces vendrían y harían lo que siempre hacen, yo amaba a Teresa, siempre la amé. Ella no paraba de gritar, su idealismo como era costumbre despolvoreaba verdades ocultas en los cajones del poder, el sufrimiento se adentraba en mí, conocía el final, otros amigos, habían pasado por lo mismo, prefirieron morir gritando, yo elegía la cobardía del silencio. En la elección de ellos nacía mi admiración.
Me atreví, ya era tiempo, levanté mis ojos y los vi, aparecieron en el último estante de la biblioteca, otros en las paletas del ventilador de techo, les gusta mirar desde arriba, rápidamente  eran  una invasión, por todos lados, como escuadrones hitlerianos, veo a Atila y su caballería, destruyendo todo a su paso, sin alma, con los ojos gélidos avanzan implacables. Teresa gritaba más aún, los enfrentaba, iba quedando rodeada en la esquina de la ventana del living, nuestros dos gatos y yo caímos en la otra esquina en diagonal a Teresa, que resistía en vano. Sin acordarlo, los tres dejamos de mirar la otra esquina, quedaba en mí una infinita tristeza. En la sombra tórrida de esa noche me aferré a la luz de los ojos de mis gatos, único rastro de vida en la oscuridad mórbida del living, los acaricié pidiéndoles un poco de su imperturbable paz. Una línea brillante enmarcó la puerta de entrada de la casa, la voz, rara amalgama de angustia y felicidad desplazó el silencio final que ocupaba el living, los gritos rebotaban en las paredes de la casa, yo los escuchaba abatido, indiferente.  Matilde, mi vecina, no dejaba de repetir la novedad. Volvió la luz, volvió la luz……………….


salvaje

Buenos Aires + Keane (jacarandaes en flor)

el faro del fin del mundo

viernes, 27 de febrero de 2015

Los subtes de Buenos Aires

Porqué Argentina no sale de ser un "paisito". El Senado de la Nación tiene que debatir si aprueba el allanamiento indicado por un Juez de la Nación, la supuesta delincuente quiere imponer condiciones al allanamiento !! , luego el oficialismo y una parte de los llamados "peronistas" se oponen al desafuero del posible delincuente por conveniencias electorales y corporativas, mismo caso que Menem, una vergüenza mas. Mientras tanto en el domicilio del posible delincuente se juntan "militantes" de la cámpora tomados de los brazos en un claro gesto de violencia y se dice que el Senado aprobaría una ley de extinción de dominio que no será retroactiva con lo que todo lo actuado por el gobierno K quedaría ahí como si nada hubiese pasado. Estas son cosas que pasan en los "paisitos", esos que ni siquiera llegan a ser emergentes, dónde los corruptos hacen sus fiestas.